De abismo en abismo

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La situación que viene a Venezuela, en las próximas semanas y meses, son el fruto de las siembra de la «revolución bonita», del ideario «castro-chavista» y de un régimen incapaz de oír «la voz sabia del común».

En efecto, una economía sistemáticamente destruida por el régimen, incapacitado en establecer condiciones mínimas de concordia y diálogo para permitir el desarrollo y crecimiento sostenido de la nación, han traído a la patria al estado actual de cosas. Aquellos polvos trajeron estos lodos.

Costará el esfuerzo y sacrificio de muchas generaciones de venezolanos reponer el daño que «el colectivismo del siglo XXI» ha pretendido instaurar a la totalidad del pueblo, aspirando convertir el mensaje del «finado comandante supremo» en una suerte de oráculo y culto patrio. Tristemente muchos siguen al son de esta música que tañe en toda Venezuela, con repeticiones incesantes de voces del «finado», con costosos equipos de sonido, en toldos puestos al efecto frente a los ministerios y cuanto órgano del régimen exista. Funcionarios públicos vegetando por turnos para la defensa patria, a la espera de algún incauto transeúnte u obligado empleado público a fin de recolectar su firma contra el «decreto Obama».

A la sazón, desde que los libros de enseñanza del régimen quitaran la zona en reclamación del Esequibo venezolano, ya ni la bancada oficialista del PSUV acepta la discusión propuesta por la Unidad Democrática en la Asamblea Nacional sobre el impacto y afectación de las concesiones petroleras guyanesas sobre nuestro territorio e intereses patrios, o sobre la plataforma del Delta del Orinoco y nuestras comunidades indígenas, «pueblos originarios» a los que se ufanan en «defender». Es más fácil recoger firmas y montar un andamiaje contra el imperio que reclamar los derechos que asisten al pueblo sobre el Esequibo, permitiendo la explotación transnacional en la plataforma deltana. Total una invasión real de nuestro territorio es insignificante para el régimen. Otra traición al falso ideario patrio y al legado del «comandante» que tanto vociferan representar.

Colas de mujeres y hombres para comprar productos básicos. Sueldos y salarios insuficientes para sostener el núcleo familiar y el incremento de la pobreza a niveles tales que, 2 de cada 10 venezolanos se van a dormir sin probar alimento. ¡Pero hay patria!

La escasez y el desabastecimiento tiene un múltiple y complejo funcionamiento pues es el resultado de una guerra económica pero, no de los «pitiyanquis» o el sector privado «local e internacional», sino el fruto de expropiaciones de agroindustrias y otras empresas comerciales y de servicios tras la estrategia de un régimen demoledor del incipiente aparato industrial local que costó tantos años instaurar en Venezuela. Esta es la «siembra» del modelo fracasado de país en que vivimos.

Por eso recordamos las dilapidarías palabras del «finado comandante», en mayo de 2005, durante la II Cumbre Unión Europea-América Latina en Madrid, España: «…los presidentes vamos de cumbre en cumbre, mientras nuestros pueblos van de abismo en abismo». En las elecciones parlamentarias tendremos la palabra.

@rafaelmartinezn @proyecto_pais

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