“Esta es una manera de ganarme la vida dignamente. Sé de las leyes, condiciones y lo que se paga por ocupar un espacio público, pero prefiero ignorar eso y hacer el dinero necesario para el día a día. Es necesario evitar la legalidad ante la situación país”, esto cuenta Delmy Pamuta, vendedor de chicha, en la acera del mercado de la UD- 145, en San Félix.
Continúa diciendo que “es mejor ganar hasta 60 mil bolívares diarios con las ventas en las calles, ante cometer alguna fechoría”.
Verduras, pollos, queso, carne, harina de maíz, empañadas, pastelitos, jugos, refrescos, casabe y hasta los productos de higiene personal, son los protagonistas en las principales avenidas de la ciudad.
RODEAN LA CIUDAD
El desempleo, salarios insuficientes y la inflación son solo algunas de las razones que han llevado a la población a “rebuscarse” y a formar parte de la economía informal.
Desde últimos seis meses, los vendedores informales han abarcado los semáforos, esquinas de centros comerciales, estaciones de gasolina y hasta las aceras frente a establecimientos comerciales.
“Podemos hacer un punto o a diario cambiar de lugar. Es mejor vender en la calle a estar en una empresa en la que solo ganas sueldo mínimo”, dijo Maikol Ordoscogcitty, quien vende productos de la canasta alimentaria.
“Gano hasta 200 mil bolívares en un día de ventas. Todo depende del día, porque es como todo, cuando el día es malo puedo ganar 100 o 150 mil bolívares”, revela.
Ludys Mendoza, vendedora de desayunos en la parada de BTR, de La Casa de la Mujer, en San Félix, comenta que le va bien en el negocio porque ofrece “los combos”, y eso ha calado en la receptividad con la clientela.
Alega que está censada por la Alcaldía y espera ser ubicada en una infraestructura, motivo por el cual no se interesa en alquilar un local, pues “así tiene la garantía de sobrevivir”, junto a cuatro personas más, que le colaboran en el oficio.
“Vendo 50 o 60 combos por día a 800 bolívares cada uno. Es bueno el punto y buena la ganancia”, sentencia Mendoza.
Mari Fernández cuenta que vivía en Los Valles del Tuy, y se mudó a Guayana en diciembre de 2016, en busca de empleo, “pero en vista de la inestabilidad económica que ha desatado el Gobierno nacional, en ninguna empresa están ingresando personal, así que me tocó vender chucherías para tener el sustento en la casa. Lo que haga en el día es bueno para los gastos familiares. Con al menos 50 mil diarios cubro las necesidades”.
MOLESTIA
Aunque sea una de las alternativas “limpias” de tener un ingreso económico para el sustento de cientos de familias, los comerciantes formales repudian ser “blanco de supervisiones de sanidad”, mientras “en la calle, justo donde corre un bote de aguas negras venden pollo, carne, queso y masa para las arepas”, señala un reconocido comerciante.
Indistintamente de la necesidad que este atravesando el venezolano, algunos comerciantes prefieren expresar su incomodidad por “la invasión” de los vendedores informales y la falta de coordinación de los entes gubernamentales, al no tomar medidas ante “el descontrol de la informalidad que rodea las calles”, señala la comerciante, Eliona Salazar.
“Como hay medidas de seguridad, higiene y del cobro de impuestos para los comerciantes formales, debería implementarse para todos o simplemente acabar con la venta informal”, testifica, Ramón Guilarte.
En ese mismo sentido, cuestiona que funcionarios de la GNB retiren a “los buhoneros” sin tener constante vigilancia, “porque en cuestión de minutos vuelven a instalarse en los mismos lugares”.
Sin cifras actualizadas
El Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Banco Central de Venezuela (BCV), no han vuelto a publicar datos estadísticos, ni cifras exactas sobre el número de personas que han pasado a la economía.
Según el último censo de 2014, 5 millones 425 mil 593 personas se encontraban ocupadas en la economía informal.
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