¡Cuentos de mi padre!

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Mi padre, siempre fue un ejemplo de cordura, honradez, esfuerzo, austeridad, previsión, sensatez y generosidad; y cuando pienso en justicia, cariño, sacrificio e integridad; pienso en él.

Siendo muy pronto el día del padre, siempre el recuerdo de sus enseñanzas, y sus cuentos se multiplican en mi mente, y como un pequeño homenaje a él y a todos los padres honestos y trabajadores de Venezuela, quisiera reproducir uno de los cuentos más profundos y bellos que solía contarme; y al cual hoy le doy la verdadera importancia de lo que significa, ya que en ese momento sólo le daba el valor de un bello cuento.

«Hace muchísimo tiempo, el príncipe de un reino lejano, que iba a ser coronado rey, tenía que elegir esposa. Para ello decidió convocar a todas las mujeres solteras del país, de manera que a través de un concurso, pudiera elegir a quién sería su esposa.

Los pregoneros del palacio fueron por todos los pueblos del reinado anunciado la fecha de la convocatoria, para que pudiesen asistir todas las mujeres solteras. El mensaje, también llegó a un pueblo muy lejano donde vivía una viuda con su hija en condiciones de extrema pobreza, y la cual sentía un amor profundo y platónico por el príncipe. Ésta le suplicó a su madre que le dejara participar».

«Ahí solo asistirán las mujeres ricas del país, con vestidos de lujo, y tú lo que tienes es un único vestido viejo y curtido por el tiempo. Sácate esa idea de la cabeza. ¡Sé sensata! Sé que sufrirás por no ir, debido a tu amor por el príncipe, pero no puedes dejar que el sufrimiento se convierta en locura»; le dijo la madre.

La hija le respondió: «Sé que no tengo un vestido de gala, ni la oportunidad de ser elegida, pero amo al príncipe y será ésta la única oportunidad en mi vida de poder verlo de cerca, y esto es más que suficiente para mí. Te suplico que me dejes ir».

El día de la convocatoria, y después de días de un largo camino, llegó al palacio a la hora fijada en la convocatoria; y donde la dejaron entrar únicamente por el hecho de que los guardias, tenían orden de dejar pasar a todas las mujeres solteras que llegasen a concursar.

El príncipe anunció el concurso: «Les daré a cada una de ustedes, una semilla, aquella que en seis meses exactos, logre traerme la flor más bella, será la escogida por mí, para ser mi esposa».

La joven cultivó la semilla con mucha ilusión y amor, dándole todos los cuidados del mundo, pero no lograba ni siquiera que retoñase. Día tras día, veía como la semilla no brotaba. Llegado al sexto mes no había conseguido que la semilla diese vida a la flor. Triste y desesperada, pero con el deseo de ver de nuevo al príncipe, la llevaron a presentarse con su semilla el día de la elección.

Todas llevaban una flor espectacular, y el príncipe las revisó una por una. Al llegar a ella, la miró fijamente a los ojos, y siguió viendo las otras flores. Finalmente dio el veredicto: «La muchacha con el vestido viejo, y una semilla que nunca germinó será mi esposa».

Todas se miraban sorprendidas sin entender nada de lo que estaba pasando, hasta que el príncipe dijo: «ella fue la única que cultivó la flor más bella del mundo: ¡La honestidad!, ya que todas las semillas eran estériles»
Mi padre solía decirme cuando terminaba este cuento: «Carlos este cuento es como el mundo, todos creemos que hay exceso de flores, cuando lo realmente escaso es la honestidad».

……..de repente te vuelves hacia mí, sonriéndome; y yo vuelvo a llorar de la emoción por haber tenido un padre como tú.

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