Francisco y la economía

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El papa Francisco ha mostrado una impresionante capacidad de comunicación. Dice cosas profundas y completas con frases cortas y sencillas. Sus posiciones han provocado fuertes críticas por parte de sectores conservadores, sobre todo en EEUU.


Frente a las críticas que ha hecho al sistema capitalista, el candidato republicano a la presidencia, Jeb Bush, dijo: «Espero que el cura de mi parroquia no me castigue por decir esto, pero no tomo mis políticas económicas de mis obispos, cardenales o de mi Papa». Esa afirmación y otras más tontas que hacen los defensores del «dios Mercado» me recuerdan aquella frase de la filósofa y escritora estadounidense Ayn Rand: «Dios salve al capitalismo de los defensores del capitalismo».

Yo no tomo mis políticas económicas del Papa por dos razones: la primera es que él no es economista y la segunda es que es argentino. Pero él no está proponiendo una política económica, lo que está haciendo es un juicio ético y en esa materia sí tiene mucho que decir.

Tomas Piketty, economista francés, en su libro, El capital en el siglo XXI, demuestra cómo la desigualdad ha aumentado en los últimos años. La conclusión a la que llega es difícil de cuestionar porque está sustentada en una investigación histórica estadística en la que establece que la tasa de retorno del capital ha sido muy superior que el crecimiento económico desde el siglo XIX hasta la actualidad. Los economistas dogmáticos, seguidores de Milton Friedman, que apoyan la liberalización total de la economía, la desregularización de los mercados y la desaparición del Estado deben discutir economía con él y no con el papa Francisco, que se encuentra en otro plano: el plano ético.

El debate en relación a si la iglesia debe circunscribirse solo a temas espirituales o si debe meterse en las cosas terrenales es absurdo. La Iglesia tiene la obligación de atender a los seres humanos en su dimensión espiritual y en su dimensión material. Jesucristo durante su breve paso por la tierra se esmeró en darnos, con su testimonio, un ejemplo de lo que espera de nosotros y nos dio orientaciones espirituales, pero se ocupó particularmente de los enfermos, de los pobres y de los excluidos. El papa lo que está diciendo es que todo: la economía, la ciencia, el Estado y el gobierno deben estar al servicio del ser humano y de su dignidad y cuando él lo hace está es cumpliendo con su obligación como guía espiritual.

Eso lo viene haciendo la Iglesia desde su primera encíclica social Rerum Novarum (1891). Cuando a partir de la Revolución Industrial surgió el capitalismo, los trabajadores del campo y los artesanos pasaron a ser obreros explotados. Esta situación de injusticia la ponía en la obligación moral de decir algo. León XIII, conocido como el «Papa Obrero» por su defensa de los trabajadores, lo dijo con contundencia en esta encíclica, la misma donde se condena con mayor contundencia la propuesta marxista.

Los polos opuestos se atraen y el capitalismo y el marxismo se tocan al reducir al hombre a la esfera de lo económico y a la satisfacción de las necesidades materiales. La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) no tiene derecha, ni izquierda. Son principios y valores extraídos del mensaje de Cristo para ser aplicados a la realidad social, política y económica.

En defensa de la dignidad de la persona humana la Iglesia defiende políticas asistencialistas que proveen comida y vivienda a familias que no tienen como proveérselas por sus propios medios (Izquierda), pero en defensa de su dignidad la iglesia invita a desarrollar políticas sociales dirigidas a lograr que la gente pueda por sus propios medios salir de la pobreza porque solo así se dignifica. «El servicio nunca es ideológico ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas». Con esa corta frase pronunciada en Cuba dijo todo lo que había que decir. Habemus Papa.

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