LA NOCHE DE LAS LUCIÉRNAGAS ROJAS

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Teniendo como saltarines los rumores pueblerinos referente a «cuando el río suena piedras trae», no tendría que dudarse de ese sabio lenguaje presuntuoso para darle solidez al comentario que ya anda en boga, y llegó hasta el señalado como el actor principal de lo comparado. «Según cartas, un tal cheché le jugó sucio al compadre y se lavó las manos llevándose a tú sabes quién, la noche aquella». A veces uno quisiera volar con el hombre que sólo aprendió a vivir con su inocencia creyendo en el Sagrado Corazón de Jesús, reflejado en el cuadro guindado en la puerta que da a la calle, por aquello de que hay que espantar a los demonios, además, le inculcaron que fue esa figura el que sacó a latigazo limpio a los mercaderes del templo. Así parecieran los políticos con el asunto del fraude electoral, y hacen contubernio los que se prestan al juego macabro del gobierno buscando averiar la consulta electoral convocada para el seis de diciembre de este año.

Es de tenebrosa gala la presencia de las luciérnagas rojas que titilan alrededor de la campaña electoral que no cesa en este país de las incertidumbres, invirtiendo sacos de dólares de proveniencias dudosas, para ganarse la gracia de un votante con dolor de cabeza y el estómago vacío, y un bombardeo de mentiras que aprovecha el delincuente político para extender sus «bondades», que le dieron prominencia a aquellos Chicos de Chicago comandados por Al Capone.

Entran en el escenario de la burguesía socialista, estos nuevos elementos que la sociedad los señala como corrompidos sociales, vista sus andanzas en el mundo de las triquiñuelas y lavado sustancioso de dinero en los paraísos fiscales, que son mantos protectores de esta criminal conjura criminal contra todos los ciudadanos de este y otros países. Y usted los ve, transeúntes cualquiera, regalando lo que nunca ha sido suyo, participando en asambleas de citadinos, siempre invocando al que ya no está como su mentor protector, además, citados por los medios de comunicación como los que nunca han tenido problemas con la justicia.

Casos conocidos de esta epidemia que invade los lugares comunes de la acción política, se ve cuando la impunidad sin escrúpulos, es la que lanza al ruedo a este tipo de personaje para que hagan más turbio cualquier proceso para decentar la democracia. Y llegan a cualquier asamblea sin convocatoria: un vacío en el lenguaje les invade la mente; no tienen cultura política; su pronunciación deja entrever carencia de sindéresis; no ocultan su obsesión por el poder, la ineptitud y el cinismo hacen llave en su petulante formación.

Estos son seres, civiles y militares, de esa periferia que se embuchó traficando con la porquería que procesa el crimen, utilizando todo tipo de tramitación que a la vez controlan por la fuerza inmoral del régimen que los etiquetó como revolucionarios impolutos «representantes del pueblo». Decirlo de esta manera a veces suena grotesco, pero es la realidad; estas luciérnagas rojas, como las langostas de Yaguaraparo, depredan el ambiente político nacional en esta contienda electoral de diciembre próximo. Claro está que todo esto lo alimenta el gobierno que se sabe perdido, por eso aumenta la represión, el hostigamiento a las fuerzas políticas y sociales, el odio, la división, descalifica e insulta; frente a estas perversidades, el pueblo unido dará una respuesta contundente para apagar la presencia siniestra de las luciérnagas rojas.

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