Por un Tribunal Penal Ecológico

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Esta semana en Caracas, la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, que dirige el embajador William Soto Santiago, ha convocado dos eventos de extraordinaria importancia en la Universidad Santa María: IV Seminario Internacional Desafíos de la Educación Superior en el Desarrollo Humano y la Sociedad, con la significación de los valores en el desarrollo de competencias profesionales; y la Primera Jornada Internacional por los Derechos de la Madre Tierra.

El primero está organizado por la Alianza Internacional Universitaria por la Paz (Aliup). Cuatro ejes temáticos se desarrollan en esta oportunidad: la educación superior y el desafío de la calidad en el siglo XXI; el aporte de las cátedras para la paz; el enfoque de la educación superior en valores basados en el liderazgo transformacional; y la educación superior y la cultura empresarial dentro de la innovación y competitividad.

En cuanto a la Jornada Internacional por los Derechos de la Madre Tierra, se contempla el reconocimiento del planeta como ser vivo, la promoción de la gobernanza, justicia y comunicación ambiental, el estudio y tipificación del delito del ecocidio y la formación de una ciudadanía verde. Esta actividad se proyectará al futuro, con las facultades y cátedras universitarias especializadas en el tema del medio ambiente y las instituciones encargadas de procurar justicia y educación ambiental.

En relación con este tema, más allá de las consideraciones sobre el delito del ecocidio y la propuesta para que sea incluido como el quinto delito en la Corte Penal Internacional, me he permitido presentar como educador, diplomático y abogado, una propuesta sobre la creación de un Tribunal Penal Latinoamericano para delitos ecológicos, donde la educación sea fundamental para la prevención de los daños a la naturaleza.

La comunidad internacional necesita crear un orden jurídico mundial y regional, más allá de las instituciones que hoy conocemos. Debemos desarrollar un nuevo derecho penal ecológico hacia la protección efectiva de la naturaleza y de las futuras generaciones frente al delito que es la antinomia del orden.

La justicia debe actuar con la necesaria coacción en función del bienestar de todos. El delito ambiental, como todo delito, siguiendo el pensamiento de Hegel, es la negación del derecho; la pena es la negación del delito, como antítesis y como síntesis siendo que la pena busca acabar con el delito, este producto de tribunales fortalece el derecho. Delitos ambientales de carácter internacional afectan a la comunidad global, pero también a la región y al país.

Entre los delitos contra la madre tierra se encuentran: la tala indiscriminada, con la consecuente deforestación que atenta contra todo tipo de vida y contra del necesario proceso de descontaminación. Igualmente, el vertido de residuos tóxicos en el medio ambiente, envenenando ríos, lagos, tierras agrícolas, no solo problemático para el hombre sino determinante en la destrucción de la fauna, la explotación ilícita de fauna y flora silvestre.

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