¡Qué difícil es vivir el día a día!

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“Siento que todo lo que he vivido desde julio del año pasado ha sido difícil. Lo vivido acá ABSOLUTAMENTE DIFÍCIL pero creo que la cuesta más grande, y más difícil que aún me falta, es acostumbrarme a vivir con la muerte cerquita. ¡Hacer de la valentía y la FE mis mejores compañeras será el reto más grande que la vida me presenta!…… Por lo general las cosas me han costado muchísimo en la vida, pero ahora es la vida la que me cuesta muchísimo….. Bueno, un día a la vez, lo hace un poco menos complicado”

Son frases extraídas de un email que me envió una querida amiga, la cual se está recuperando de una intervención quirúrgica por un tumor cancerígeno. Me quedé reflexionando sobre la profundidad de sus palabras, las cuales suelen aflorar, en la mayoría de los casos, cuando uno está pasando por una situación muy difícil en la vida.

Pareciese coincidencia, pero esta Semana Santa estuve leyendo un libro, que se lo recomiendo, titulado: “When breath becomes air” (“Cuando la respiración se convierte en aire”) del Dr. Paul Kalanithi, un neurocirujano, el cual a la edad de 36 años, y después de haber alcanzado uno de los reconocimientos más prestigiosos en su carrera, como lo es el American Academy of Neurology, fue diagnosticado con cáncer al pulmón en estado IV. Se encontró un día que era un doctor tratando la muerte, y al siguiente día era un hombre luchando por vivir. Un hombre que empleó buena parte de su vida trabajando con la parte más crítica del ser humano: el cerebro, y que tuvo, a una corta edad, que enfrentarse a su propia mortalidad.

¿Qué nos hace vivir la vida bajo el acecho de la muerte? ¿Qué nos hace luchar cuando solo la fe sobrevive y la racionalidad se pierde? ¿Cómo enfrentar esos momentos con unos hijos que uno quisiera verlos crecer?

Son esos momentos, donde las cosas insignificantes pueden parecernos degradantes, cuando el dolor nos atrapa. Son esos momentos donde el dolor es una cosa bestial y feroz, trivial y gratuita, que termina convirtiéndose en algo tan natural como el aire que se respira. Son esos momentos donde la inseguridad y la angustia pueden llenar de abismos hasta los actos más sencillos y cotidianos. Son esos momentos de desesperación, en los que no deberíamos desesperarnos. Son esos momentos de desilusión, en los que deberíamos ilusionarnos.

Dicen que quien sabe de dolor, todo lo sabe. Sin embargo, en esos momentos lo invade la angustia y la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido. “Yo comencé a darme cuenta, cara a cara, de mi propia muerte, y en un sentido, no ha cambiado nada y ha cambiado todo”. El Dr, Kalanithi murió en marzo del 2015, mientras se encontraba terminado el referido libro.

Es precisamente en esos momentos que generalmente se acrecienta la fe. Esa creencia sin pruebas, en la que alguien que no vemos y en quien creemos, nos dice sin decir y a lo que nos aferramos en creer. Esa fe, que al menos nos permite seguir viviendo, ya que en esos momentos, sería muy difícil vivir sin ella. Esa fe con la que podemos hacer muy poco, pero que sin ella quizás no pudiésemos hacer nada.

“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde” solía decirme mi madre, y la felicidad en que vivimos en la mayoría de los casos nos impide reflexionar acerca del dolor. ¡En la felicidad vivimos la vida, en el dolor la observamos! Sin embargo, sin el dolor, ¿Cómo conoceríamos el placer?

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